Capital de dos imperios, el bizantino y el otomano, y uno de los asentamientos más antiguos de la humanidad, Estambul se encuentra en un lugar geopolítico estratégico. Lo de geográfico es evidente por situarse donde se dividen dos continentes –Europa y Asia—y político por su interés en integrarse en la Unión Europea, por ser el fiel aliado de Estados Unidos en esa zona, por su ocupación de Chipre y presentarse como un Estado laico con una población islámica.
El canciller Konrad Adenauer, adelantado de la unidad europea, dijo de Turquía que era “el hombre enfermo de Europa”. El imperio otomano se extendió por el este mediterráneo –Grecia incluida--, el Medio Oriente y el norte de África, controlando Egipto, desde la caída de Constantinopla (1453) hasta la Primera Guerra Mundial. Estambul no solo está llena de vestigios de esa época, sino también de la romana y la bizantina. Y es que esta impactante ciudad ha tenido varios nombres según quien la gobernara --Constantinopla, Bizancio y Estambul—una trinidad irrepetible.
La mezquita Azul, que se levanta junto a Santa Sofía, hoy convertida en museo. |
Los otomanos fueron los diseñadores de las mezquitas con grandes cúpulas y minaretes de aguja, elementos mejorados de los posiblemente mejores ingenieros de la historia, los romanos. La iglesia de Santa Sofía, convertida en mezquita, es uno de los mayores ejemplos. A día de hoy es un museo y se sitúa en la zona con más monumentos de esta megápolis de 15 millones de almas. Al lado está el palacio de Topkapi, ejemplo del lujo por el lujo, con varios harenes; las cisternas de Justiniano –hay otras 60 repartidas por la ciudad y construidas por los bizantinos--; el hipódromo, con un obelisco egipcio y otro de imitación, y la mezquita Azul, que ordenó poner en pie el sultán Ahmed I.
En esta tienda se encuentra de todo para una gran boda turca- |
Estamos en la zona europea de Estambul, la más antigua y más tradicional. A diez minutos caminando llegamos al Gran Bazar, con 4.000 comercios, 22 entradas y 64 laberínticas calles. Allí se encuentra de casi todo, pero la joyería, las alfombras y la piel abundan sobre el resto de productos. Está orientado al turista, pero la visita merece la pena, lo mismo que merece la pena salir por una de las puertas que da a calles repletas de comercios genuinamente turcos. Las tiendas de ropa –Turquía es una potencia en el sector textil—ofrecen prendas de calidad a buen precio siempre que ejerzamos el correspondiente regateo. Por allí circulan rusas, georgianas y azerbayanas que llegan en autobuses para comprar cantidades de ropa que se llevan en grandes bolsas. Si el bazar es una institución, también lo son los hamman, los baños turcos, muy similares a las termas romanas. El de Çemberlitas, cerca del bazar, es de los más populares y antiguos (1583). Los hay solo para hombres, por separación de sexos y mixtos, los más buscados por los occidentales, que solemos viajar en pareja. En los hoteles facilitan guías y los precios van de los 10 a los 30 euros con masaje –o palizón, según quién lo aplique-- incluido. Son famosos los de Galatasaray, Sulemaniye y Cagaloglu.
Cartel en español en el bazar de las especias |
Los buses urbanos son decentes y el tranvía es más que conveniente a la vista de los atascos de tráfico. El puente Gálata y la torre del mismo nombre –construida por los venecianos—conectan con una zona más moderna, con el mar a ambos lados. Antes está la terminal del ferri que lleva a una decena de islas repartidas por la bahía. La excusión es barata y se echa una buena mañana conociendo sitios para el turista turco. En alguna que otra playa se ven mujeres con el bañador hasta los tobillos y el cabello cubierto junto a alguna joven –pocas-- en bikini. Frente a la terminal se sitúa otra atracción, el mercado de las especias, imprescindibles en la cocina turca, que va mucho más allá del kebab y el yogur. Las verduras –preparan las berenjenas de 40 formas—y los pescados recuerdan que se trata de una cocina mediterránea en la que se usa el aceite de oliva.
El Gran Bazar cuenta con
4.000 comercios, 22 entradas
y 64 laberínticas calles
Barrio de lujo en la parte asiática. |
De vuelta a tierra, la visita sigue por la orilla del mar, donde se suceden pequeños puertos deportivos con coquetos restaurantes en los que no hay problema para tomar una cerveza o vino, producido en el interior del país; los turcos son más liberales en ese aspecto que el resto de musulmanes. También hay un barrio judío que poblaron los sefarditas cuando fueron expulsados por Isabel y Fernando en 1492. Así se puede seguir hasta Asia, pero la zona moderna de la ciudad, la parte alta, es un espectáculo digno de ver por sus enormes plazas, como la de Taskim, y amplias avenidas.
Turismo familiar en el palacio de Topkapi. Obsérvese la vestimenta femenina. |
La calle Istiklal es peatonal y se diferencia bien poco de cualquier ciudad europea. Franquicias, bancos y cafeterías a un lado y a otro, y en mitad, una iglesia católica. En algunos pasajes encontramos restaurantes, lo mismo que en los áticos de los edificios más altos, desde los que se divisan fantásticas panorámicas del Cuerno de Oro. Se llama así esta ensenada por el reflejo del sol en la tarde y siempre hay turistas con la cámara a mano para llevarse ese recuerdo.
Un palacio otomano y justo detrás un rascacielos. Lo tradicional comparte espacio con lo moderno en Estambul. |
Los palacios otomanos se alternan con urbanizaciones de lujo conforme llegamos a la zona asiática. Un puente da la bienvenida al continente con un hito en la mitad para señalar la división. A partir de ahí se extiende Estambul otra vez hasta donde alcanza la vista.
El puente Gálata con la torre del mismo nombre al fondo de la imagen. |
La apariencia de modernidad en determinadas zonas contrasta con barrios profundos y pobres, un buen caldo de cultivo para el islamismo. El fundador de la nueva Turquía, Mustafá Kemal Atatürk, diseñó un país laico, adoptó el alfabeto latino frente al árabe tradicional y modernizó costumbres, aboliendo el sultanato y el concubinato. Eso fue en 1922. A día de hoy, el Gobierno lucha por integrarse en la Unión Europea, pero debe hacer grandes esfuerzos para la convergencia.
Una turca luce un burka de marca (falsa, seguro). |
La pena de muerte y el poco respeto a los derechos humanos –que se lo digan a los kurdos—son los principales obstáculos y mientras que el presidente del Gobierno, Recep Erdogan, intentó prohibir el hihab (el pañuelo), el Tribunal Supremo echó por tierra la iniciativa. Son cientos las turcas, en una ciudad moderna como Estambul, que caminan cuatro pasos atrás del marido, o que llevan burka. Los asesinatos de honor, unos 200 al año, reciben ahora el castigo de cadena perpetua después de una reforma del Código Penal, que antes solo contemplaba una condena de dos años y medio de cárcel. Estos puntos hacen que la UE recele y que alemanes y franceses se opongan a la entrada en la comunidad hasta que no subsanen estas cuestiones. Tampoco la libertad de prensa es para tirar cohetes y las detenciones de intelectuales el año pasado añaden un plus negativo a este panorama. A la memoria viene la película El expreso de medianoche, donde el protagonista, encarcelado por tráfico de droga, era sometido a torturas y vejaciones habitualmente. No es que haya que tratar a los delincuentes a cuerpo de rey, pero los derechos deben ser respetados. Por ahí se empieza.
Gran título. Nada más leerlo uno sabe de qué fantástico lugar toca hablar en esta ocasión. La verdad es que siento una envidia, sana, hacia tus viajes… ¡Qué maravilla tener la oportunidad de conocer tantos lugares! Me parece muy bien que lo compartas con nosotros, así ya tenemos una buena crítica de algunos lugares, por si decidimos ir.
ResponderEliminarInteresantísimo y completo post; desde lo meramente práctico y formal, hasta la crítica documentada. Me gustaría ver algún vídeo en próximas entradas, pero he de reconocer que hay pies de foto (como el del burka) que no tienen desperdicio. Un saludo, http://deciceros.tumblr.com
ResponderEliminarCreo que este blog lo has hecho para darnos envidia, y de paso martirizarnos con toda clase de detalles muy bien plasmados y narrados para desear que nos metas en tu maleta :)
ResponderEliminarSigue dándonos envidia por mucho tiempo, y de paso, déjanos aprender de lo bueno que cuentas!
Senza: no tengo vídeo. De cada viaje tendré unas 200/300 fotos y elijo las que mejor recuerdo me traen. La del burka fue justo después de la foto con la familia de negro y la hice cuando el hombre/macho alfa no se dio cuenta, porque no tenía cara de buenos amigos.
ResponderEliminarGooglero: el objetivo es, desde luego, meteros en la maleta y si lo he conseguido, me alegro. Escribir sobre un viaje es retrotraerse y muchas veces añorar esas situaciones que describo. Gracias por vuestros comentarios.
Asia a un lado; al otro, Europa. Enhorabuena por tu entrada y por el título!
ResponderEliminarLa verdad, las fotografías son preciosas y tus viajes fabulosos. Adoro el periodismo de viajes, creo que nos ayuda a viajar a los que no podemos. ¡Qué maravilla tener la oportunidad de conocer tantos lugares! Me parece muy bien que lo compartas con nosotros, y sobre todo, no te olvides nunca de seguir escribiendo. Saludos